¿Qué es el riesgo cardiovascular?

El ritmo de vida actual en conjunto con malos hábitos e incluso la edad,  incrementan el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares tales como hipertensión, diabetes, o dislipidemias que pueden desencadenar en problemas graves o fulminantes como lo puede llegar a ser un infarto.

¿Cuáles son los factores de riesgo?

El tabaquismo se encuentra asociado con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Se estima que las personas fumadoras causan el 10% de todas las enfermedades cardiovasculares.

Una dieta alta en grasas saturadas, grasas trans, sal, así como un bajo consumo de frutas, verduras y pescado, está asociado con el riesgo cardiovascular.

El consumo elevado de sal es un factor determinante para elevar la presión, lo que se traduce en un incremento en el riesgo cardiovascular.

La inactividad física se define como realizar ejercicio de forma moderada durante menos de 30 minutos 5 veces a la semana o 3 veces a la semana de 20 minutos de actividad vigorosa. Cada vez es más común que la sociedad moderna reduzca sus hábitos de actividad física como respuesta a las comodidades actuales.

Existen factores que se encuentran ligados ya en la genética de cada individuo. Si algún familiar directo ha presentado problemas cardiovasculares, existe una alta probabilidad de desarrollar problemas del mismo tipo.

¿Cómo disminuir el riesgo cardiovascular?

La alimentación constituye la piedra angular en el mantenimiento de la salud y/o el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Estudios epidemiológicos muestran la relación directa entre ingesta de grasas saturadas y enfermedad vascular así como entre la ingesta de carbohidratos simples con Obesidad, Síndrome Metabólico y Diabetes Mellitus.

Biológicamente el ser humano está diseñado para estar activo. Su práctica regular impacta la presión arterial, la elasticidad vascular, disminuye los niveles de Glucosa en sangre y produce sensación de bien estar a través de la liberación de endorfinas en el cerebro

La revisión médica es indispensable para detectar el inicio de problemas cardiovasculares. Muchas de las primeras manifestaciones son asintomáticas o pueden confundirse con problemas menores, como el dolor de cabeza. Es importante que el profesional de la salud revise y evalúe su riesgo cardiovascular y se apoye de las herramientas de diagnóstico que permitan identificar y tratar efectivamente cualquier padecimiento.

El tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol están directamente asociados al riesgo cardiovascular y ambos se caracterizan por elevar considerablemente la presión arterial e incrementar la probabilidad de accidentes cerebrovasculares. Si bien, se ha demostrado que algunas bebidas alcoholicas, se basa en el consumo moderado.

Dejar de fumar, reduce de forma significativa el riesgo cardiovascular tras dos años y tras quince años, el riesgo cardiovascular es prácticamente el mismo que una persona que no fuma.

El manejo adecuado de las emociones tiene un impacto directo no sólo en la salud en general y la interacción en la sociedad, sino que representa directamente un factor de riesgo cardiovascular.

Cómo disminuir impacto:

  • Ser paciente y no ser irritable
  • Ante eventos inesperados, tomar las cosas con calma.
  • Evitar actitudes hostiles
  • Disfrutar el tiempo libre, la familia y actividades recreativas